lunes, 13 de abril de 2009

Lo que trajo la marea después del amanecer (segundo trabajo) - I parte de II

Retomamos nuestros ensayos el día 10 de abril de 2008. Luego de la primera muestra, de la cual nos sentimos satisfechos, recogimos los impactos que produjo en distintos públicos. Esto es: escuchamos la recepción que tuvo en gente que tiene un entrenamiento espectatorial de teatro y de danza, como también de un público más general, entre ellos nuestros incondicionales familiares. Del público general recogimos una variedad de "sensaciones" y decidimos por tanto retomar el trabajo con un propósito mucho más definido como grupo de trabajo: Acercar la Expresión Corporal como lenguaje artístico a una mayor cantidad de gente.

La dificultad que reviste la recepción de la Expresión Corporal, suele estar vinculada con la supuesta presentación "encriptada" que ésta propone. Sucede que los puntos de partida para generar el acontecimiento artístico, suele hallarse en disparadores del movimiento absolutamente vinculados con consignas abstractas (tener en cuenta la descripción de abordaje escénico que publicamos acerca de la primera versión) Por tanto, en la generalidad de los casos, los resultados artísticos del movimiento tienen una gran tendencia a no ilustrar nada, no tienen una relación de contigüidad con movimientos cotidianos, dan la sensación que "no cuentan nada". Sostener esta clase de afirmación es colocar a la Expresión Corporal en un lugar periférico, de difícil acceso, aunque con vínculos conceptuales bastante estrechos en torno a las producciones plásticas conceptuales.
Nosotros creemos que la EC es un elemento complejo del "Arte", dada la cantidad de afluencias de otras disciplinas de las que se nutre. Nuestro propósito reside precisamente en acercar la EC no solamente como elemento disponible para una pedagogía del cuerpo, sino como resultado artístico susceptible de lectura, generador de contacto simbólico y emocional con el espectador.
Nuestros propósitos específicos en torno a la obra rondaron en lo siguiente: brindarle al trabajo un contenido claro, construir continuidad escénica, desarrollar los momentos esbozados en la muestra y desarrollar aspectos vinculados a la actuación teatral. Estos objetivos bajo la tutela de dos premisas básicas que encaucen el trabajo: disciplina y rigor. La disciplina entendida como un compromiso consigo mismo y con los demás, esto es, cumplir un horario, cuidar el cuerpo, cuidar al compañero, asumir la responsabilidad del entrenamiento personal
El rigor, desde nuestra perspectiva es la propuesta que alude a trabajar con el cuerpo en límites casi extremos; encontrar por tanto las propias limitaciones, capitalizar el recorrido de búsqueda de esas limitaciones y transformarlas en resultado escénico/estético. El rigor no está ligado al sufrimiento ni al padecimiento del cuerpo, sino más bien una expansión de posibilidades que brinda otros horizontes físicos/estéticos.
Como primera propuesta desde la disciplina teatral (de la que provengo) mi idea era aportar una estructura de relato, como primera medida, para responder a los objetivos propuestos. Pero esto implica adentrarse, tal vez por mi propio interés personal, en otro tema: el conflicto interno. Llevar a cabo una escena, implica indefectiblemente cierta estructura, que puede estar sujeta a los cánones aristotélicos o contradecirlos en su desarrollo; pero desde nuestra perspectiva hay un elemento del cual no se puede prescindir y este es, precisamente, el conflicto interno que tienen los personajes. Por tanto nos “embarcamos” en profundizar y desarrollar el “mundo interno”, las contradicciones de los personajes, los clásicos “aquí y ahora” y por supuesto, sus objetivos.
A la vez, la pregunta era ¿qué contexto podía contener las escenas que habíamos elaborado? Esto además nos indicaba indefectiblemente tener que volver a trabajar las escenas y sin lugar a dudas crear otras. De pronto, como suelen ocurrir algunas situaciones en el teatro, vimos claramente que un contexto posible para ese universo femenino podía ser una peluquería.
Para mi resultaba un terreno todavía inquietante trabajar con un lenguaje distinto al del mi recorrido, pero tenía la fuerte intuición que la Expresión Corporal me estaba brindando elementos para comprender las cuestiones del movimiento. Es decir, la EC comenzaba a transformarse en un elemento de reflexión y aprendizaje. Incluso, punto de partida para muchos abordajes escénicos desde la perspectiva teatral.
Otra de las cuestiones que más me inquietaba, estaba precisamente vinculada con el conflicto interno. Tenía la sensación que las integrantes del grupo resolvían los conflictos directamente en la acción. Lo que creía ver por tanto, era una ausencia de “expresividad” en sus rostros, como la ausencia de un pasaje del conflicto interno, al plano de la acción. Una especie de “agujero” entre lo que procesaban y la acción o probablemente, resolvieran el conflicto interno más inmediatamente de lo que yo podía captar en mi lugar de espectador. Creemos ahora, que esto último era la cuestión, el cuerpo en movimiento, el conflicto resuelto en la acción es una especie de generador permanente de nuevos movimientos, de nuevos conflictos.

Continuará

domingo, 22 de marzo de 2009

domingo, 18 de enero de 2009

Lo que trajo la marea, después del amanacer (primera versión)


Intérpretes: Magali Castagno, Mariana Bermúdez, Irene Finkelstein, Giuliana Piñeiro, Eleonora Vismara

Asistencia: Bruno Caldini



Lo que trajo la marea habla y es esencialmente una obra sobre y de mujeres. Decimos esencialmente porque la sola presencia de cinco mujeres en escena instala el tema, incluso antes que cualquier otra idea o concepto a priori.

Tener a cinco mujeres en escena invita a una reflexión necesaria: el lugar que ocupó, que ocupa nuestra sociedad, incluso más pretensiosamente, el lugar que han ocupado los distintos roles de las mujeres en la historia de occidente.

Las indagaciones escénicas partieron de lo que en un inicio dimos en llamar: el jardín. Le dimos intencionalmente ese nombre en virtud de una serie de preguntas que inicialmente usamos como disparador de nuestros abordajes escénicos: ¿creen que acaso la idea del pecado original, tan fuertemente arraigado en nuestra cultura occidental tiene todavía hoy incidencia en los distintos roles que ocupan las mujeres? ¿De qué modo pudo éste haber influido en el pasado? Fuera del contexto de búsqueda, hablando un poco del imaginario pictórico de esta escena, el elemento icónico por antonomasia de este relato es la manzana. A partir de este objeto nos preguntamos: ¿qué representa la manzana? ¿De qué modo me modifica la prohibición de la misma?

Uno de los primeros hallazgos que encontraron las integrantes fue que tal prohibición debió haber generado tremenda curiosidad y luego por tanto un deseo. Finalmente nos preguntamos: probar la manzana ¿qué consecuencias le pudo haber traído a nivel perceptivo a aquella primera mujer que la probó? Unánimemente las integrantes concluyeron que aquello pudo haber sido el primer “acto” de libertad, emprendido por la primera mujer y destinado al olvido como tal. También indagamos sobre la idea de ser la primera mujer sobre este mundo, sobre la idea de inmortalidad, una idea tan deseada pero que la obtención de la misma pudo haber causado una sensación de desolación inefable, de inevitable deseo de inconcreción.

La escena del jardín luego se concretó escénicamente en dos temporalidades que coexisten en el mismo espacio, por un lado habla de una Eva que recién comienza su vida y por otro lado de un grupo de niñas contemporáneas, que juegan a la rayuela, todavía ingenuas de su rol de mujer, las herederas de aquella elección original.

En la segunda escena abordamos un mito, que en realidad surgió de un hallazgo azaroso, luego decidimos emplearlo como tal, siendo este el mito de la Medusa. La idea nos pareció atractiva porque otra vez la divinidad, la inmortalidad y mortalidad vuelven a encontrarse en la historia de una mujer. La imagen surgió de un ejercicio de escucha corporal donde intervenían cuatro de las cinco integrantes, formando lo que a nuestro entender era parte de un cuerpo, donde las extremidades o sea los brazos se transformaban en apéndices en el aire y esta figura nos refirió a la fisonomía de Medusa.

Este hallazgo nos dirigió a indagar sobre el lugar de la mirada como componente esencial en el rol social de las mujeres. Nos pareció que otra vez la cercanía con la inmortalidad volvía a poner a las mujeres en un lugar de profunda desolación, a fin de cuentas Medusa no podía encontrarse con otra mirada que no fuese divina de otro modo a todos petrificaba. Salvo por la versión que la incluye como una mortal más ,que incluso conquistó o fue violada por Poseidón en el templo de Atenea. Nosotros llegamos al acuerdo que probablemente lo tan temible de Medusa no es necesariamente su mirada que todo lo petrifica, sino su angustia, su infinita soledad, la imposibilidad de generar contacto o de construir vínculos.

En esta misma escena tenemos a una integrante que encuentra un espejo mientras la Medusa aparece en el fondo de la escena. Esta integrante, una mujer contemporánea pasa de una figura tan cotidiana como secarse las uñas que acaba de pintarse a transformar esta acción en las enérgicas alas de un colibrí. El encuentro de este espejo también hace referencia a un objeto que desde la Grecia antigua se le atribuía una pertenencia casi exclusivamente femenina, no olvidemos la imagen paradigmático por excelencia de Afrodita sosteniendo un espejo.

La investigación del espejo nos interrogó sobre el lugar que ocupa hoy en nuestras vidas: sobre su capacidad de distorsión a nivel simbólico, por el poder de duplicar y engañar. La Medusa va en búsqueda de esta joven probablemente para asimilarla o en búsqueda de ayuda, pero la joven le muestra el espejo y la Medusa se confronta a si misma, no obstante liberándola y deshaciendo el grupo que la integra para que cada una vaya en búsqueda de su propia identidad.

Durante esta primera parte de la búsqueda me daba la sensación que a la estructura la faltaba sensualidad y luego de la desintegración de la Medusa cuando cada integrante desarrolla una secuencia individual de su propia subjetividad escénico-espacial es que surge la figura del mar. Nos gustó lo que los cuerpos sugerían en el suelo en la secuencia de movimiento, sugiriendo una imagen de olas y a la vez de desplazamiento sensual. Además el mar es otro elemento que se encuentra dentro del orden de lo femenino también en lo simbólico y mitológico. Si hay una integrante en esta escena comiendo el resto de la manzana del inicio es porque creo que lo maravilloso también ocurre en lo cotidiano y es en este encuentro o hallazgo donde se aprecia su aparición, lo maravilloso está dentro de este mundo, no es simplemente una idea, una noción.

Hubo una escena de tango que descartamos desde el comienzo por considerarla un poco remañida, no obstante pero luego la retomamos y decidimos entonces indagar sobre el tango y el rol de las mujeres en esa danza. Nos pareció mejor represetnar a dos mujeres bailando y no una de ellas interpretando un rol masculino. Le incluimos la idea sobre una Betty Boo mal lograda que se prepara para su gran noche, para seducir a su modo, con su propio estilo, aunque en algún punto se encuentre inevitablemente en posturas clisés. La otra integrante simplemente pretende hacerla bailar, pero la Betty Boo no lo desea. Aquí incluimos otro signo casi exclusivamente unívoco de lo femenino de nuestra contemporaneidad, zapatos de taco alto. La compañera pretende hacérselos poner pero Betty se rehúsa, a lo mejor porque ella coincide que este elemento estiliza dentro de parámetros sociales pero daña el cuerpo en lo concreto, o tal vez por elección. Sólo se los coloca cuando termina la escena y más por curiosidad cuando se encuentra sola que por norma y además éstos le quedan grandes.

La escena que comienza de espaldas surgió de una necesidad de revalorizar escénicamente las espaldas como parte del cuerpo que también puede hablar y contar de un personaje, de una vida. Cuando las integrantes se dan vuelta para enfrentar al público llevan máscaras, las que utilizamos desde las preguntas de si estas en realidad están ocultando o develando, si acaso en el momento que se las quitan lentamente sus rostros se transforman en verdaderas máscaras. A continuación de ésta se encuentra la escena de las telas que considero de más fácil interpretación en términos receptivos; en tanto muestra a mujeres en distintos momentos como cubriéndose de la lluvia para comenzar. Aquí hablamos de un plano más bien perceptivo en tanto lo que invitamos a observar es el recorte de un momento de la vida cotidiana, de un primer momento de lluvia, cuando la primera gota toca un cuerpo. ¿Qué ocurre? ¿Qué desearíamos hacer en ese momento? Creo que este es otro momento donde alcanzamos poderosas imágenes de gran sensualidad.

Luego de la lluvia deviene la búsqueda de refugio y de allí a las imágenes de casamiento, de pelea por territorio (tela) que también se convierte en vestido, la imagen de una mujer detrás de la tela queriendo atravesarla, otra escondiéndose. Estos momentos como tal vez los más representativos de la historia, de los elementos que han venido definiendo el rol de la mujeres en nuestra sociedad.

Luego tenemos a una muchacha que en primera instancia aparece con una soga llena de ropa, elemento paradigmático del universo femenino, que intenta atarla en un extremo y falla. Este fallido, probablemente accidental sea por otro lado un deseo por otro lado de tomar contacto con otras cosas. El resto de las integrantes entra en escena y comienza a probarse la ropa una prenda tras otra, terminando todo en un juego donde la ropa se convierte en un elemento que realmente no produce verdadera satisfacción que más bien funciona como una mueca de supuesta alegría y liberación. Luego de un tiempo me di cuenta que también estábamos representando un poco la histeria tan largamente y fuertemente atribuía durante el siglo XIX a las mujeres.

La escena de la bailarina es el lugar que encontramos para hablar del canon de la mujer tanto en la danza como en la sociedad, donde de alguna manera como a todos las personas, se las fuerza a cumplir con una postura que en el caso del ballet es concreto cuya postura es supuesto sinónimo de excelsitud. La bailarina busca complicidad, busca reconocimiento por su esfuerzo, por su postura, nuestra pregunta es: dentro de nuestro contexto social ¿no es acaso dentro las poses donde buscamos reconocimiento?

Finalmente incluimos el saludo final como un extra del trabajo, donde lo convertimos en la tesis de cada integrante respecto de lo que representa para cada una la expresión corporal. Además como acción a desarrollar trabajamos la idea del avanzar de las integrantes sobre el público que lo van invadiendo, modificando, dejando huella, enriqueciendo, llevando y trayendo residuos, síntesis de la idea de movimiento.

Lo que trajo la marea, en esta primera versión se representó a modo de muestra y de ensayo pre-estreno en el mes de diciembre de 2007, en el centro cultural Quetral de la ciudad de Rosario. Luego durante el mes de agosto de 2008 devendría el estreno, con un contexto y disposición de escenas bastante distinto pero con basado en las indagaciones de la primera versión. Se estrenó en el centro cultural La Nave de la misma ciudad.